martes, 2 de abril de 2013

Pastor Héctor Nufio



ACTITUD QUE DEBE TENER UN SACERDOTE DEL SEÑOR

 

Recordemos que no se trata de ejercer una función dominante, sino mantener una función sacerdotal de redención.  Nuestro interés  no debe ser de obtener dominio, sino rescatar personas trayendo redención.


Como hemos estudiado anteriormente, tener una conciencia de que estamos bajo la mirada de Dios es muy importante como sacerdotes.  El no tener esa consciencia nos hace estar ajenos a Sus promesas y a Su ciudadanía, pero cuando sabemos que Él nos ve, comprendemos que Él conoce nuestros deseos, nuestros pensamientos, nuestras actitudes, etc. y además nos hace tener conciencia de Su presencia.


En el año que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de Sus vestiduras llenaba el templo. Por encima de Él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. El uno proclamaba al otro diciendo: —¡Santo, Santo, Santo es Jehová de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de Su gloria!
Isaías 6:1-3


Uzías fue un rey que llevó prosperidad a Israel pero no tuvo límites. Cuando recibimos de Dios, debemos aprender a administrar lo que nos fue dado y no dejarnos llevar por eso, ya sean dones humanos o dones del Espíritu; todo es para que los administremos y no para que ellos nos manejen a nosotros, y lograremos hacerlo metiéndonos a la presencia del Señor y escudriñando las Escrituras. 


En este caso, la prosperidad manejó a Uzías; ésta era tan grande que se precipitaron a la inmoralidad e idolatría, opresión a los pobres, avaricia, hambre, alcoholismo, despliegue de las riquezas, ritualismo para sustituir la verdadera y clara relación con Dios, perversión de la justicia, falsos profetas, abismo entre ricos y pobres,etc.  


Isaías, quien era primo del rey Uzías, empezó a meditar desde el atrio en todo lo que estaba ocurriendo.  A veces comenzamos a ver lo que ocurre a nuestro alrededor y pensamos que Dios va a matarnos, pero recordemos que Dios tiene que limpiar juzgándonos, porque el juicio de Dios comienza en la casa y no es para matar sino para limpiarnos y llevarnos de gloria en gloria hasta  que lleguemos a la estatura del Varón Perfecto.


Como sacerdotes no debemos ver el juicio como desgracia sino saber que Dios está limpiándonos y haciéndonos agradables a Él y ver las desgracias no sólo como consecuencia del pecado, sino como instrumento que Dios usa para limpiarnos. 


Isaías estaba consciente que su mirada estaba en dirección donde estaba la presencia de Dios pero él no podía verla.  A veces los problemas que tenemos hacen que dudemos de que estamos bajo la mirada de Dios y no nos recordamos que la intención primordial que Dios dejó sacerdocio es para que estemos conscientes de Su presencia.


Un sacerdote tiene que saber que cuando hay rebelión, no implica que haya desorden, ya que con todo, Dios permanece sentado en Su trono y sigue siendo Dios. Pidamos al Señor tener ojos no para ver la derrota sino para ver la Gloria de Dios.


Como sacerdotes no debemos venir delante del Señor con mala actitud.  Debemos estar más conscientes de la santidad  y presencia de Dios que del servicio que hacemos.  No podemos confiar en nosotros mismos, recordemos que lo único que toca el corazón de Dios es la humildad.


Entonces voló hacia mí uno de los serafines trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar. Y tocó con él mi boca, diciendo: —He aquí que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.
Isaías 6:6-7


Ese carbón representa a Aquel que tomó mi lugar, porque yo debí de ser carbonizado, pero Él tomó mi lugar en la Cruz del Calvario. Cuando vengamos a la Casa del Señor, olvidémonos de todo, sólo fijemos nuestra mirada en el Autor y Consumador de nuestra fe y entreguémosle nuestra vida por completo, teniendo un entendimiento claro de la función que tenemos como sacerdotes del Señor.

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