viernes, 7 de diciembre de 2012

Pastor Héctor Nufio

LA MUERTE DE CRISTO DISOLVIÓ TODA OBLIGACIÓN LEGAL
“¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?”
Romanos 7:1
Este texto no necesariamente habla de los judíos.  Cuando la ley se manifestó a nuestras vidas, pudimos ver la condición de pecado en la que estábamos, éste se avivó en nosotros y nos dimos cuenta que la consecuencia de ese pecado era la muerte. Éramos pecadores pero nunca nos habíamos dado cuenta que íbamos al infierno hasta que la ley vino a nuestra vida. 
“¿Qué diremos pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera.  Pero yo no conocí el pecado sino por la ley, porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.”
Romanos 7:7
La ley vino a abrirnos los ojos para que nos diéramos cuenta que necesitábamos un Salvador que nos rescatara de la ley del pecado y de la muerte, la ley sacó a la luz nuestra imposibilidad. Vino entonces a nosotros culpabilidad y vergüenza y nos alejamos de Dios, nos empezamos a justificar y a hacernos las víctimas. Adán también tuvo culpabilidad y vergüenza cuando pecó y se escondió de Dios.
Sin embargo cuando nos presentamos delante del Señor, debemos venir ante Él con arrepentimiento y agradecimiento, sabiendo que éramos pecadores, pero ahora tenemos un Redentor por encima de nuestro pecado. Sin agradecimiento en nuestras vidas, empezamos a ver de menos a otros, empezamos a ver diferencias intelectuales o económicas e iniciamos a competir unos con otros; pero si venimos ante el Señor con un corazón agradecido, nos estamos enfocando únicamente en Aquel que nos puede librar del diablo  que constantemente nos acusa.
Uno de los aspectos más fuertes que Dios quiere que aprendamos es la humildad y la mansedumbre (dejarse enseñar). Como embajadores de Cristo tenemos que estar conscientes de que nuestra actitud debe siempre manifestar estos dos aspectos. A veces dentro de la iglesia nos podemos enorgullecer; sin embargo debemos ser muy cuidadosos porque lo que Dios nos da nunca debe hacer que nos sintamos más que otros, eso no le agrada a Dios. Para poder interpretar al Señor, debemos vivir con humildad, conocerlo, escucharlo, estar en intimidad con Él.
Cuando hablamos de Reino de Redención tenemos que entender claramente qué es la ley, el pecado y la muerte.  Conociendo a Dios y metiéndonos en Su ambiente, vamos a interpretar bien Su Palabra.
“Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.  Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.”
Romanos 7:2-3
La intención de Pablo al escribir el texto anterior, no era necesariamente enseñar acerca del matrimonio, sino para mostrar la siguiente realidad:  La muerte disuelve toda obligación legal. Su intención era explicar la relación con la ley y con Cristo, para que comprendiéramos que estábamos bajo una ley que nos condenaba, pero cuando Cristo murió por nosotros, la ley murió para nosotros y nosotros también morimos para la ley.
Cuando hablamos de lo legal, si nos presentamos delante de un juez, éste tiene que tomar decisiones basado en la autoridad que le brinda la ley,  pero en nuestro caso no venimos a ese juez sino a Aquel que da la ley, Él  es la Torá hecho carne, es la Revelación manifestada. El juez es gobernado por la ley pero Cristo está por encima de esa ley y puede mostrar misericordia. Esta es la diferencia que existe de estar bajo la ley y estar bajo Cristo.  Esto no significa que podemos hacer lo que queramos ya que ahora estamos bajo el Autor de la Ley lo cual significa que tenemos una ley superior, una ley escrita en nuestros corazones, nos debemos ahora a Cristo Jesús y a Él debemos darle cuentas.
Romper la ley no significa solamente cometer un acto de inmoralidad sino utilizar algo que está fuera de la voluntad de Dios.  El error del judío era que estando bajo la ley, trataba solamente de cumplirla, pero no obedeciendo al Autor de esa ley. Cuando estamos bajo el Autor de la ley, no sólo se trata de cumplir, sino agradarlo y no ser únicamente fieles al mandamiento sino leales al que nos envió.
Pablo también nos trata de explicar en este texto que la obra del Señor no fue solamente para disolver toda obligación legal sino para que nos casáramos con Él ya que su intención no era que nos quedáramos viudos. Ahora estamos unidos con el Autor de la ley y Él tiene misericordia de nosotros y utiliza la ley no para castigo sino para corrección y así llevarnos de gloria en gloria hasta que lleguemos a la imagen del  Señor Jesucristo.  La ley no nos puede tomar de regreso, así que no podemos volver atrás. Morimos en Cristo y morimos con Cristo.  Él tomó nuestro lugar en la Cruz del Calvario. ¡Decidamos entonces, ya no volver atrás!
“Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.”
Romanos 7:5-6