martes, 8 de enero de 2013




LA EXPIACIÓN Y EL NUEVO SANTUARIO


En nuestra vida cristiana es muy importante que renovemos nuestra mente para poder tener un pensamiento hebreo o bíblico, ya que muchas veces tenemos un pensamiento griego o pagano en el cual existe mitología la cual atribuye todo lo que pasa a una deidad, convirtiéndose así en un pensamiento místico.

Desde el punto de vista bíblico, pecado es todo aquello que nos aleja del Señor y de la voluntad de Dios; recordemos que no somos pecadores porque pecamos, sino pecamos porque somos pecadores.  

Reconociendo la importancia de tener un pensamiento hebreo, debemos tener claras las siguientes verdades:

       1. Nada está en el pasado en nuestras vidas.

Siempre miramos nuestra vida y la dividimos en pasado, presente y futuro; sin embargo, cuando se habla de “pasado” en la Escritura, el pensamiento siempre es de algo que ya se cumplió o consumó. Nuestro Señor Jesucristo dijo en Juan 19:30 “Consumado es” dando a entender que ya todo se había cumplido; ya que todo en el Antiguo Testamento era presente hasta este momento en donde se queda como pasado y se inicia el Presente de Dios en el cual estamos. En este verso  podemos ver que Cristo cumplió con todo aquello por lo cual fue enviado y que por esto, la ley de Moisés se encuentra en el pasado, lo cual no significa que ya no esté vigente, sino que el propósito por el cual existía ya se cumplió en Cristo Jesús.

Para mí, el pasado y futuro es mi vida presente, soy padre, esposo, hijo, etc. hasta que muera, de lo contrario debo seguir perseverando.

La segunda verdad que debemos definir es:

      2. Nosotros no establecemos la verdad por un pensamiento filosófico. (Sin embargo, esto está sucediendo hoy en día; hay mucha gente pensadora e intelectual que quieren establecer la verdad a través de su razonamiento y así comienzan a desarrollarse doctrinas).

La verdad en el pensamiento hebreo comienza con un acontecimiento o evento y no con un razonamiento.  La Palabra de Dios dice claramente que en el principio creo Dios los cielos y las tierra, lo cual nos muestra que fue un acontecimiento, porque Dios lo dijo, así es. 

Dejemos ya de buscar el razonamiento como principio de la verdad. Todo comienza con un evento que marca nuestras vidas y la del universo entero: La muerte de Jesús en la Cruz del Calvario y Su resurrección, marcan el principio del Nuevo Pacto y son los eventos primordiales  que debemos mantener  vigentes en la doctrina cristiana, ya que si comenzamos a diluir estos acontecimientos, nuestro razonamiento se puede convertir en error. Nuestra fe tiene que estar basada en el hecho que el Verbo se hizo carne, murió y resucitó al tercer día. 

Ahora bien, el primer pacto tenía reglamentos acerca del culto y del santuario terrenal. El tabernáculo fue dispuesto así: En la primera parte, en lo que llaman el Lugar Santo, estaban las lámparas, la mesa y los panes de la Presencia. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo que se llama el Lugar Santísimo. Allí estaba el incensario de oro y el arca del pacto enteramente cubierta con oro. En ella estaban un vaso de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto. Sobre ella, los querubines de la gloria cubrían el propiciatorio. De todas estas cosas no podemos hablar ahora en detalle.

Hebreos 9:1-5


Al igual que el Antiguo Pacto, el Nuevo incluye también mandamiento, culto y santuario. Como mandamiento tenemos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.

Por otro lado, cuando hablamos de culto, éste no tiene nada que ver con los instrumentos o con alabanzas, sino es presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a nuestro Dios. Y al hablar del santuario se refiere al Cuerpo de Cristo.  Nosotros somos templo del Espíritu Santo porque somos parte del Cuerpo de Cristo, pero todavía no somos templo de Dios. Sin ser parte del Cuerpo, el Nuevo Pacto no tiene santuario en nosotros. Él mismo dijo “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”, aquí no hablaba del templo físico, sino de su cuerpo.  

Estas cosas fueron dispuestas así: En la primera parte del tabernáculo entraban siempre los sacerdotes para realizar los servicios del culto. Pero en la segunda, una vez al año, entraba el sumo sacerdote solo, no sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y por los pecados que el pueblo cometía por ignorancia. Con esto el Espíritu Santo daba a entender que todavía no había sido mostrado el camino hacia el Lugar Santísimo, mientras estuviese en pie la primera parte del tabernáculo. Esto es una figura para el tiempo presente, según la cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que rendía culto.

Hebreos 9:6-9

Somos templo del Espíritu Santo no sólo porque habita en nosotros sino porque Él nos está formando, no sólo somos Su habitación sino somos Su hechura, nos está moldeando a través de Su Palabra. La palabra “santo” significa que somos apartados con un propósito, Su Palabra nos separa y nos santifica.

Mientras el velo estuviese separando el Lugar Santo del Lugar Santísimo, no había acceso a Dios; por eso el Espíritu Santo mostraba lo imposible que era para el hombre llegar a Dios, pero ahora podemos decir que no fuimos comprados con oro o con plata, o con cosa semejante, sino con su preciosa Sangre y es lo único que nos hace entrar a Su presencia.

Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡cuánto más la Sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Dios vivo!

Hebreos 9:13-14

Demos gracias a Dios que hemos creído en Uno que murió bajo la ley y resucitó por encima de ésta.  El evento de la crucifixión y la resurrección, marcaron un proceso, hasta que no termine este proceso, estos eventos no estarán en el pasado.

Estando convencido de esto: que El que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.

Filipenses 1:6

Cristo en la Cruz del Calvario avergonzó al diablo, crucificó la carne, crucificó los edictos que estaban en nuestra contra. ¡Hoy es el día de salvación!

Acerquémonos a Dios no con culpabilidad y vergüenza, sino con arrepentimiento, agradecimiento y con el deseo de ser corregidos porque nada puede ser restaurado y renovado sin corrección. ¡Hoy es el tiempo de la renovación!
 


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