domingo, 3 de junio de 2012


LA RESPONSABILIDAD PROFÉTICA





Respóndeme, oh Jehová; respóndeme, para que este pueblo reconozca que Tú, oh Jehová, eres Dios y que Tú haces volver el corazón de ellos.
1 Reyes 18:37

Debemos estar claros en que la profecía no implica solamente hablar, ya que hemos puesto énfasis en que nuestra alma nos informe en vez de oír la voz de Dios.  Lo primero que tiene que hacer un profeta o un pueblo profético es escuchar, después conectarse a lo que Dios está haciendo en este tiempo y entender que no sólo se trata de  obedecer a Dios sino servirle de todo corazón conociéndolo, porque incluso podemos llegar a servirle y no conocerlo. En sí un pueblo profético tiene que tener una visión de restauración para traer transformación.

Una de las cosas que el Señor ha puesto en mi corazón para tener cuidado y que está afectando a la Iglesia es el sincretismo. Existe sincretismo emocional, político, sentimental, religioso y espiritual. En sí el sincretismo es comprometer actitudes y posiciones para lograr un bien común; esta palabra  viene de la Isla de Creta, la cual estaba dividida en varias tribus y allí se comenzó a formar sincretismo porque negociaban entre ellos para combatir al enemigo pero en sí estaban divididas.  Cuando se habla de sincretismo religioso es cuando una religión absorbe una costumbre de otra religión, sin embargo, la Palabra dice que nadie puede servir a dos señores.  En esto debemos ser muy cuidadosos porque podemos llegar a  servir a un dios del vientre  (buscar sólo satisfacción personal;  si vivo para sólo darme gusto, puede ser un ídolo) y si queremos volver nuestros corazones  a Dios tenemos que despojarnos de todos esos dioses que tal vez estamos sirviendo. 

Gracias a Dios, Él se está moviendo en muchos corazones de cristianos  para hacernos regresar a los caminos del Señor, porque nos quiere sacar de seguir sirviendo a nuestro vientre.  Es esencial regresar a Él pero no podemos hacerlo sin regresar a Su Palabra, a Su Revelación. La palabra revelación viene de la palabra “apocalipsis” que significa “quitar un velo y poder ver” pero aunque significa que veo, no necesariamente significa que acepto lo que veo, puede ser que oiga la revelación pero no la siga.  No sólo debemos buscar una revelación en donde se sepa qué va a pasar sino tener una relación con Aquel que me puede salvar.

En este tema, no podemos dejar de mencionar que la venida del Señor es inminente, lo cual significa que viene en un momento en donde nadie sabe que viene y que nadie puede detenerla. Su venida no depende de nadie sino de Aquel que va a venir, es algo que ya está preparado, proyectado, que nadie va a estorbar, no está bajo el control y pensamiento de ningún hombre, no hay ninguna influencia humana de la decisión de Su venida. Hay varias proyecciones de esa progresión y las siguientes tres palabras se utilizan cuando hablamos de ella:

  • Apocalipsis
  • Epifanía
  • Parusía

Apocalipsis como ya vimos anteriormente no es de destrucción sino es de revelación, pero puedo aceptarla o rechazarla.  El apocalipsis es para todos pero no todos lo creen ya que el saber algo no precisamente nos hace parte de ese algo.

Epifanía es más fuerte, significa que cuando veo algo, recibo la gloria de lo que recibo.  Un claro ejemplo es cuando un día descubrimos que ese Cristo del cual habíamos oído, había muerto por nosotros y se hizo realidad en nuestras vidas, entonces epifanía es ver la gloria de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos Su gloria, como la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:14

Parusía en cambio es una presencia para quedarse, no sólo son apariciones. Ninguno sin excepción está viviendo la parusía; muchos viven en epifanía, pero la mayoría de nosotros nos movemos únicamente en la revelación de apocalipsis y cuando es así, ésta se puede recibir y se puede interpretar como uno quiere, acomodarla y aplicarla a nuestra conveniencia. 

Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta que rayaba el alba.
Génesis 32:24

En este verso podemos ver que se presenta un apocalipsis a la vida de Jacob.  Esta revelación nos deja saber que en nuestra vida nos hemos quedado solos y esos momentos Dios lo permite para limpiar el sincretismo que hay en nosotros; esa clase de soledad no es diabólica ya que en este verso cuando Jacob se quedó solo, se recordó de su niñez, de todo el proceso que había pasado, cómo su madre comenzó a ciar sincretismo en su vida, cuidándolo  de una manera no adecuada (recordemos que un valor no se cría alcahueteando sino amando con realidad).  Recordó cómo él sabía qué significaba ser primogénito y anhelaba esos privilegios porque Rebeca se lo inculcaba y por eso fue que llegó a robar la primogenitura. A veces hemos criado un valor sincretista en nuestros hijos y por eso sólo encuentran valor en nuestro amor y fuera de ese amor se encuentran desprotegidos; ellos deben entender que son hijos de Dios y amados por Él, que Él nunca los dejará y los padres debemos entender que nuestro amor es muy pequeño comparado con el amor de Dios. En ese momento Jacob se da cuenta que crió dioses que estaban manejando su vida. Lo mismo pasa con nosotros cuando nos quedamos solos, comenzamos a observar detenidamente nuestro interior y es bueno porque allí somos confrontados y recordamos entonces que si queremos volver a Él debemos limpiarnos de todo sincretismo personal.  ¡Nadie puede servir a dos señores!

Tenemos que ir creciendo en apocalipsis y creciendo en la Palabra,  pero pedirle a Dios que se meta en nuestras vidas y que nuestros hijos también lo saboreen, que Su Palabra nos confronte de tal manera que nos traiga de regreso a Él, que nos despojemos de cada ídolo que hemos formado en nuestros corazones. 
Si queremos volver a Jehová, Dios va a comenzar a darnos más revelación de apocalipsis y cuando ésta venga tenemos que ser radicales con nosotros mismos primero. Abraham fue radical cuando dejó su tierra y cuando ofreció en sacrificio a su hijo.  Josué fue radical cuando dijo “Pero yo y mi casa, serviremos a Jehová”.  Lo que Dios va a ser en mí, depende únicamente de la Palabra que Él habló, porque ella no regresará hasta que cumpla todo por lo que fue enviada. Mi cambio es inminente pero lo primero que tengo que hacer es deshacerme de dioses o ídolos para que el Señor haga Su obra en mi vida.




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