BAJO
LA ESCOGENCIA DE DIOS
"Por esta razón, te vuelvo a recordar que avives el don de
Dios que está en ti por la imposición de mis manos".
2 Timoteo 1:6
La escogencia de Dios es un privilegio
que trae responsabilidad y debe ministrar humildad a nuestras vidas. Sabemos
que somos escogidos, pero debemos entender qué es lo que realmente significa. Si el saber que somos escogidos nos causa
orgullo, significa que nos hemos alejado de Dios, ya que es cuando nos
humillamos, que el Señor se acerca a nosotros.
Pablo nos deja ver que cuando él
impone manos sobre alguien, se está haciendo responsable por esa persona, es
por eso que la Palabra dice que no debemos poner manos a la ligera, sino orando
y tomando responsabilidad. Pablo conocía
bien a Timoteo, observó primero a su abuela, luego a su madre y cuando impuso manos
sobre él, tomó esa responsabilidad.
Debemos comprender que la
escogencia no comenzó con nosotros, hubo una semilla y somos la restauración de
nuestros padres. Timoteo venía de una familia buscadora del Señor y Él lo puso
en el camino de Pablo con un propósito. Aunque iba a ver dificultades en el
camino de Timoteo, él sabía que Dios lo había escogido y lo había enviado. Muchas
veces creemos que los problemas o circunstancias a nuestro alrededor nos quitan
la responsabilidad de vivir o tener una buena vida, un buen matrimonio o una buena
relación con nuestros hijos, etc. sin embargo, esto tiene que hacer que nos
acerquemos a buscar más del Señor. No debemos
quitar de nuestra vida la responsabilidad de buscarlo, al contrario, debemos
hacerlo con más intensidad.
Timoteo tenía un carácter débil,
era un poco tímido (la timidez es causada por el temor al fracaso y viene por
una falta de respaldo, puede destruir, pero Dios puede utilizarnos para
bendición de otros) y Pablo tenía que recordarle que avivara el fuego del don
que había en él. Nosotros somos quienes
somos porque Dios nos escogió y se ha de manifestar lo que Dios ha de hacer en
nosotros, por eso es necesario que
nosotros también avivemos el fuego del don que hay en nuestras vidas ya que Dios
tiene un plan específico para cada uno de nosotros. El avivar es volver a encender y la única forma
de hacerlo es humillándonos para recibir aprobación de Aquel que dio Su sangre
por nosotros.
Dios no utilizará nuestra
fortaleza sino nuestra humildad. Dios no
dejará que seamos probados más de lo que podemos soportar, juntamente con la
prueba, dará la salida porque la puerta abierta es Jesucristo.
El fuego de aprobación es de
respaldo. El enemigo quiere traer
inundación a nuestras vidas, pero recordemos que tenemos el fuego que proviene
de la presencia de Dios que desciende sobre nosotros. Debemos entonces buscar
esa aprobación de fruto porque fuimos escogidos para salir aprobados.
Cuando Pablo impuso las manos
sobre Timoteo, no fue la profecía la que le dio el don sino fue ésta la que lo
activó.
A veces se nos dificulta entender
que fuimos puestos en nuestra casa para llevar libertad y ser de bendición. Dios
nos formó en el vientre para una vida conforme a Su propósito, puede ser dura,
pero tiene una intención y Él no se echará para atrás. No nos cansemos de sufrir por aquellos a los
cuales amamos. ¡No somos más que
aguantadores, somos más que vencedores en Cristo Jesús que nos fortalece¡