viernes, 30 de noviembre de 2012
EL
MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN
¡Ya Basta! Parece una expresión bastante fuerte, pero es
lo que nos dice el Señor cuando Él observa que no definimos nuestra camino,
cuando tenemos dos pensamientos, dos deseos, cuando tenemos doble ánimo, o
cuando hay dos fuentes que nos dan la facultad de soñar o de tener una visión y
no decidimos cuál tomar. Entonces el Señor nos habla fuertemente pero con
misericordia para corregir nuestro camino. Muchos de nosotros tenemos mucha
indecisión; sin embargo, la Biblia dice que nadie puede servir a dos señores. Debemos entonces tomar la decisión de decir:
¡Pero yo y mi casa, serviremos al Señor!
Hemos pensado que ser optimista
es ser positivo; pero la palabra “optimista” significa que alguien saca lo óptimo
a cualquier circunstancia que se le presente a su vida. Ya sea un tiempo de
tranquilidad o un tiempo en donde esté atravesando un valle de muerte, una
persona optimista sacará lo mejor de este conflicto para que Dios se glorifique
en todo. La mayoría de nosotros nunca sacamos lo óptimo de esas circunstancias que estamos atravesando y
por estar deseando lo que un día Dios nos dará, no aprovechamos lo que ya
tenemos. Es tiempo de fijar nuestra mirada en el Autor y Consumado de nuestra
fe. Que ni la edad, ni la enfermedad, ni
cualquier otra situación, nos haga bajar los brazos. Redimamos nuestro tiempo y
vivamos como que hoy es el día que nos presentaremos con Él. ¡Ya basta de
pensar que no somos sus hijos y que no somos hijos de pacto!
Vivamos una vida de redención,
predicando el Ministerio de Reconciliación y para esto tenemos que tener un
cambio de mentalidad en varios conceptos
y palabras que aparecen en las Escrituras para poder entender qué es lo
que el Señor desea de nosotros.
“Conociendo, entonces, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pues a Dios
le es manifiesto lo que somos, y espero que también lo sea a vuestras
conciencias. No nos recomendamos otra vez ante vosotros, sino que os damos
ocasión de gloriaros por nosotros, con el fin de que tengáis respuesta frente a
los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.
Porque si estamos fuera de nosotros, es para Dios; o si estamos en
nuestro juicio, es para vosotros. Porque el amor de
Cristo nos impulsa, considerando esto: que Uno murió por todos; por consiguiente,
todos murieron. Y Él murió por todos para que los que viven ya no vivan más
para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que
nosotros, de aquí en adelante, a nadie conocemos según la carne; y aun si hemos
conocido a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación: Que Dios estaba en Cristo
reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus
transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en Nombre de Cristo; y como Dios os exhorta por
medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no
conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos
hechos justicia de Dios en Él.”
2 Corintios 5:11-21
Reconciliar:
La palabra “reconciliar” no
significa “hacer las paces”, no es un término político ni diplomático, sino es
una palabra legal militar. Tiene que
haber un intercambio de algo para que pueda haber una reconciliación, se da
siempre de ambas partes, sabiendo que si ésta no surge, tiene que haber muerte.
El Señor nos muestra que si no
hay arrepentimiento de parte del hombre, habrá muerte porque el Reino de los
Cielos se ha acercado, Su hacha está a la raíz, Dios viene a traer juicio sobre
los que han pecado, pero siendo Él más
Grande que todos, inicia la reconciliación dando a Su Hijo para que tengamos
vida, pero a cambio, nosotros decidimos entregarle nuestras vidas por completo. Esto es reconciliación, Dios dio a Su Hijo
para que le diéramos nuestro corazón, nuestra vida entera. Él desea que le
entreguemos nuestro pasado, presente y futuro. Cristo murió para que todos
vivamos no para nosotros mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por
nosotros. Él ya hizo todo lo necesario, lo único que tenemos que hacer es
anhelar ser reconciliados con Dios.
La reconciliación tiene que ser
definitiva. Recordemos que tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros, a Jesucristo
que murió por nosotros y nuestro Padre que sabe de qué tenemos necesidad.
Embajador:
Nuestro error muchas veces es creer
que los términos que empleamos en la actualidad, explican lo que aparece en la
Biblia; sin embargo, estos términos han ido perdiendo el valor bíblico a través
del uso y muchas veces se han deteriorado tanto, hasta el punto que se ha
desviado la Palabra y muchos han caído en herejías.
Así ha sucedido con la palabra
“embajador”, ahora es un término político de influencia, alguien que representa
a un gobierno o un país cuando anteriormente significaba que era alguien que
representaba a un rey.
Nosotros como embajadores representamos
no al Reino sino al Rey y somos enviados por Él. Dios es Dios en el presente,
pasado y futuro, en el infierno, en el cielo, en la tierra, en todo el
Universo, Él es el único Dios verdadero y todo le pertenece a Él. Debemos tener
claro que Dios manda embajadores no porque esta tierra no le pertenezca a Él,
que es lo que muchas veces se piensa, recordemos que Dios es Soberano, Él es
dueño de todo y es Dios sobre todo.
El embajador es alguien agresivo
que anuncia a la gente que Dios abrió una puerta en la que si deciden entregar
su vida a Él, los recibirá no importando qué tan grande fuere su pecado. Todos
somos pecadores, pero en la Cruz del Calvario fuimos reconciliados con
Dios. Si venimos a Él, Su sangre nos
limpia de todo pecado.
Si ya tenemos un concepto claro
de “embajador” debemos preguntarnos qué clase de embajadores estamos siendo.
¿Estamos representando a Jesucristo? ¿Cómo está nuestro hogar? Recordemos que
el mensaje que Dios nos hado como embajadores en nuestra casa es más poderoso
que el mensaje del diablo, nuestra obra es más poderosa que la obra del diablo
porque Dios nos envió.
Todo lo que nos ha dado el Señor
es para ofrecérselo a Él. El ministerio
de la reconciliación define que ahora tenemos libre entrada delante del Trono
de la Gracia. Por lo tanto, ¡Ya basta! El día de salvación y de transformación
es hoy y no mañana.
Yo me preparo para lo
peor, esperando lo mejor y trabajando para sacar lo óptimo en cualquier
circunstancia.
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